Alfredo Morillas escribe...
Me repelen los defectos formales. Es por eso que soy reticente a escribir hacia el exterior…
He asistido a muchas consultas astrológicas realizadas por Valentina a lo largo de los últimos años; en alguna como  intérprete en convenciones y eventos en el extranjero. Fueron jornadas completas en las que las sesiones se sucedían una tras otra mientras los consultantes hacían cola esperando sus 20 minutos de astrología directa mientras buceábamos  en las profundidades de cada persona.
En otra ocasión, aprovechando alguna reunión de amigos, y con el atrevimiento de  dos o más copas de vino en el cuerpo se destapó el impulso del  juego junto los sanos deseos de experimentar. Así que me atreví a desplegar sobre las mesa las cartas astrales anónimas de conocidos ( mis amigos, familiares, personajes con renombre…)   y lancé el reto a Valentina de contrastar la interpretación de sus cartas con la información que yo poseía.
Ella aceptó encantada y divertida la propuesta. Lo que me asombró después no fue  el impacto  recibido  de  sus certeras respuestas, rápidas, directas y resueltas, casi definitivas,  ni la sorprendente conexión de lo que ella me iba contando con lo que yo había tardado años en descubrir sobre mis parientes y amigos.
Lo que entonces revolvió mis expectativas  -como un calcetín al que de un solo gesto se le da la vuelta-  fue la comprobación de que la visión astrológica ordenaba, complementaba  y trascendía toda la información almacenada en mi memoria ( creencias, observaciones, deducciones, principios,…)  ofreciendo  una perspectiva y un orden superior, un sentido de conocimiento estructurado firme y coherente. Fue entonces cuando yo comencé  realmente a comprender la astrología.
Por supuesto, también ha habido momentos en los que la consulta estaba dirigida a mi como “cliente”:  obtuve  a su vez comprensiones relevantes, precisas y oportunas, directrices de gran calado práctico para mi vida,  claves vitales que se fijaron con fuerza en  mi conciencia y que nunca han dejado de estar presentes como faros de claridad de lo que hoy  forma parte de mi patrimonio interior.
En definitiva, considero que gracias a Valentina he tenido la oportunidad de ser testigo del potencial terapéutico de un arte ancestral,  que ha sido recurrentemente menospreciado o cuanto menos frivolidad en los últimos siglos.
También he comprendido  la importancia de conocer las particularidades y directrices de una poderosa disciplinada conocimiento que no puede ser dominada por el estudio convencional de “cabeza y codos”  ni siquiera por la metodología analítica y científica sino que requiere  movilizar recursos y potenciales que para la mayoría de nosotros permanecen dormidos e inactivos.
Por ello, he recibido como noticia excelente que  Valentina como astróloga pero también  como veterana actriz, terapeuta, meditadora fundamentada en los pilares del vedanta advaita  haya querido dar  un paso hacia adelante dando luz y forma a su reciente propuesta que ha denominado astrología experiencial. Me resulta grato  haber sido testigo como el embrión de curso  ha tomado la forma de una nueva estrategia  innovadora y singular de sentir y comprender la astrología.
En su inquietud como buena uraniana y dotada de un eléctrico y singular talento como maestra de ceremonia -afinado a fuerza de  bolos y escenarios-  Valentina se ha propuesto este curso  rescatar a la sabiduría astrológica de las telarañas del  torreón del castillo y de la penumbra de la sala de consulta.  Precisamente era lo que tocaba,…, entre tanto Rapel y esperpento de canales de TV la pobre astrología  estaba cogiendo un poco de moho y bastante caspa en estos tiempos  de cambio acelerado. Pues son tiempos  de contacto, de interacción y  participación,  tiempos para  abrir puertas y ventanas que han estado cerradas durante siglos, son tiempos  para  encontrarnos todos frente a frente mirándonos en los ojos,  con el corazón ( y los planetas ) en la mano.
Para esta misión la disciplina astrológica requería de un corazón inspirado  y de manos preparadas para actualizarse.
Parece que el zodiaco estaba esperando que viniera un “terremoto” valentiniano   para declarar  al mundo  que los arquetipos de la astrología no son signarios polvorientos encapsulados y recluidos en libros, ni tienen porque transmitirse en forma de susurros clandestinos de confesionario sino que,  ante todo, son pura materia de vida, flujo pautado de ciclos cósmicos que recorren nuestros cuerpo, mentes y corazones, verdadera sustancia plena de emoción, conocimiento inspirado y animado mas allá de las letras, de los números y de las palabras, …
…en definitiva un campo fecundo de recursos por el que podemos encontrarnos, relacionarnos, conocernos  y enriquecernos mutuamente al habitarlo a través de las propuestas de la astrología experiencial .
Eso es el espacio que Valentina se encuentra construyendo en esta nueva línea de autoconocimiento grupal y compartido.
¿Cómo hemos vivido el primer curso?  Los  participantes  de los talleres nos hemos estado codeando, rozando, riendo, danzando, gritando y llorando junto a los signos zodiacales, los arquetipos planetarios y las casas astrológicas. Hemos contado para ello con la ayuda de poderosas  herramientas tan antiguas, actuales y eternas como la música, la danza, la representación pictórica, la escritura espontánea y otras tan recientes y elaboradas como las técnicas de psicoterapia mas actuales que han incluidos  meditaciones, dinámicas individuales y de pareja, de grupo,..
Por supuesto, nos hemos paseado por el Sol, la Luna, Marte, Venus, Kirón, Plutón…y en el transcurso de los talleres nos hemos encontrado que  en realidad  planetas, signos y casas astrológicas nos hablaban con precisión y detalle de nuestra madre, de nuestra pareja, de nuestra forma de relacionarnos, del trabajo, de la salud, de las emociones..
Hemos descubierto al fin  al sumergirnos  en la astrología experiencial que somos mucho mas materia de planeta, estrella y zodiaco que  las ideas previas que teníamos sobre nosotros mismos  y ese conocimiento resulta profundamente liberador por que durante el tiempo de la sesión dejamos de ser seres pequeños, aislados y encerrados en nuestra propia historia personal y comprendemos que es posible conocer y fluir en armonía la materia que nos entreteje y a la vez nos  diferencia a cada uno de nosotros.
¡¡¡ Larga vida a la astrología experiencial!!!